domingo, 26 de febrero de 2012

Recomendaciones a padres


Comer requiere un aprendizaje. La imitación y el establecimiento de una rutina de costumbres serán elementos básicos.
Para alimentar a los niños debemos seguir las recomendaciones de los profesionales formados para ello. Existen variaciones sobre las diversas pautas, la variedad de criterios no supone contradicción.
Cada niño es diferente y tiene sus propios gustos, hay que tenerlos en cuenta.
Se come para desarrollarse y crecer, es una de las bases de la buena salud. Este objetivo lo puede conseguir cada niño con un modo diferente de comer.
La comida no es un campo de batalla, no hay que angustiarse si el niño no come. Consulte al personal sanitario si tiene dudas, no a los familiares o vecinos. No lo fuerce a comer ni le riña. Más bien estimúlele a probar nuevos alimentos, consiga que éstos presenten un aspecto agradable y haga que la comida sea un rato relajado y placentero para usted y para su hijo.
Si el niño ya es obeso, lo ideal es coordinar un trabajo en conjunto entre el niño, los padres y sus profesores para estimular la reducción de peso. Los medicamentos están descartados tanto como una dieta demasiado estricta, pues lo importante es convencerlos de cambiar sus hábitos alimenticios y de sedentarismo. Trucos de los padres: la  ayuda más importante que pueden brindar los padres a un niño obeso es apoyarlo y evitarle todo tipo de tentaciones:

·         No dejar la comida a la vista del niño.
·         No comprar nada que tenga que prohibir a su hijo.
·         Servir la comida en cantidad moderada.
·         Comer siempre en el mismo lugar.
·         Servir los platos en la cocina.
·         Comer lento.
·         No asociar otras actividades a la alimentación.
·         Intentar dejar comida en el plato.
·         Concentrarse en la comida.
·         Eliminar dulces y azúcar.
·      Un régimen psicológico: la gordura no es sinónima de salud o felicidad. “La popular imagen del gordo feliz”, no es más que un mito, porque la mayoría de los niños obesos son intensamente desdichados, no sólo tienen que enfrentarse a las burlas y rechazos de los otros niños sino que, además, se ven a sí mismos como algo desagradable. Llegan a vivir su gordura como una especie de desgracia que les ha caído encima, cuando lo cierto es que está motivada por malos hábitos adquiridos poco a poco. Si recibe un chocolate cuando está triste, patatas fritas cuando se cae en la calle y, cuando se aburre una porción de tarta, el niño puede llegar a confundir cualquier sensación desagradable con el hambre. Con este aprendizaje erróneo, la ansiedad, el aburrimiento o la depresión, lo llevarán inexorablemente a la cocina, dónde encontrará un consuelo inadecuado. Si él no adelgaza cabe pedir ayuda. Se hace una evaluación de sus hábitos alimenticios: cuánto come, cuándo, ante qué situaciones, etc., para poder modificar su comportamiento, y se pacta con él la cantidad y calidad de alimentos que ha de ingerir. Seguramente el niño va a cometer errores, pero se trata de que reduzca cada vez más el número de éstos.

¿Qué cambios de conducta deben buscarse en el niño obeso y en su familia?
Los cambios que se buscan consisten en modificaciones a largo plazo y permanentes en el estilo de vida ya que estos cambios acompañarán al niño para siempre. Estas modificaciones (que se efectuarán en términos de refuerzos positivos, celebrando la nueva conducta alcanzada más que el cambio de peso), deben darse básicamente en dos direcciones:
  1.     Disminución del sedentarismo, no sólo para reducir el peso sino también para conseguir un mejor estado de salud. Se puede empezar por disminuir el número de horas que el niño ve TV y juega con el ordenador y videoconsola y luego incorporar la actividad física a la rutina diaria (caminar, jugar). Poco a poco se puede aumentar el tiempo de ejercicio e indicar la práctica de deportes más activos.
  2.       Cambios en la alimentación, según cual sea el problema detectado en la historia alimentaria.

Entre otras medidas deben considerarse las siguientes:
  •           El niño no debe comer fuera de los horarios establecidos.
  •           Deben preferirse los edulcorantes sintéticos.


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