La obesidad es un problema emergente de salud
pública. La principal enfermedad en los países desarrollados. Es un proceso
silente que comienza en la infancia. Se puede definir como un aumento de la
grasa corporal hasta un nivel que significa riesgos para la salud.
El
sobrepeso en la adolescencia se ha asociado con un incremento de la mortalidad
y la morbilidad en el largo plazo.
Otro
efecto frecuente se relaciona con el desarrollo de trastornos psicosociales, a
saber, baja autoestima, problemas con la adaptación social y con el rendimiento
escolar y habilidades motoras reducidas.
En
el mediano y largo plazo también se ha observado un menor ingreso económico y
mayores niveles de pobreza. También son frecuentes las dislipidemias, la
hipertensión y la resistencia a la insulina, que deben explorarse en los
adolescentes obesos, sobre todo cuando existen antecedentes familiares.
Durante
la infancia y la adolescencia del ser humano se fraguan modelos de
comportamiento nutricional que muy probablemente le acompañaran durante toda su
vida. También los hábitos, en lo que al ejercicio físico se refiere, se
establecen en estos periodos. Las edades clave son los 6-7 años y los 12-14
años. Un balance positivo de energía, aunque sea escaso, sostenido y prolongado
en el tiempo, es suficiente para inducir un aumento significativo de peso y de
tejido adiposo. Este aumento de grasa se deposita en el tejido subcutáneo y en
el área visceral, provocando el sobrepeso y después un grado más: la obesidad.
El
tratamiento individual de la obesidad infantil suele ser poco exitoso y ello se
debe a la falta de objetivos y metas claras, así como de un enfoque integral
que abarque todos los aspectos integrados en su génesis. El objetivo del
tratamiento individual debe ser el lograr y mantener hábitos nutricionales y estilos
de vida que permitan un equilibrio constante entre la ingesta y el gasto
calórico y que corrijan o prevengan alteraciones metabólicas, ya que estas
perpetúan la obesidad y preceden a las enfermedades crónicas del adulto,
asociadas al sobrepeso. Se señala que “tradicionalmente los programas de
obesidad han sido dirigidos a conseguir una disminución del peso corporal,
utilizando dietas restrictivas que no estimulan el cambio de hábitos ni
corrigen los trastornos metabólicos. Por otra parte, la alta prevalencia de
obesidad (50-60%) en los padres y madres de niños obesos, señala la necesidad
de integrar a la familia a todos los pasos del tratamiento.
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